lunes, 15 de mayo de 2017

Frágiles recuerdos

A poco de estrenar “El rostro, Ricardo Olivares descubrió que su obra había sido estrenada, casi a escondidas, en Huaraz en marzo de 2016. Quienes montaron la pieza –escrita con inteligencia– sabían que ésta había alcanzado el cuarto lugar en el Concurso Nacional Nueva Dramaturgia Peruana 2014 del Ministerio de Cultura.
"El rostro" de Ricardo Olivares
Además de intrigarse por el periplo de su texto a tierras andinas, la anécdota motivó más a su autor. 
Finalmente estrenó en el XIII Festival de Teatro Peruano Norteamericano ICPNA de 2016 y logró el “Premio del Público” con una historia reflexiva y personal que empezó a consolidar su carrera.
Con la dirección de Yanira Dávila y Alejandro Guzmán, esta puesta desvela el inexorable vacío que dejan los dilemas irresueltos. ¿Cómo impacta el pasado en el presente? “El rostro brinda algunas pistas ocultas bajo la seductora máscara del olvido, la distancia o el desarraigo.

LAGUNAS MENTALES
Tras varios años fuera, el arqueólogo Ramón Hendrich (Carlos Acosta, con un trabajo camaleónico) ha regresado al Perú. Dispuesto a escribir sus memorias, como parte de su nuevo trabajo en una reconocida universidad, el investigador afrontará continuos bloqueos que lo obligan a acudir a un sicoanalista (alturado rol de Eduardo Ramos).
Daniela Camaiora y Carlos Acosta
La relación entre ambos –desconfiada y esquiva– develará traumas y amargos recuerdos de su infancia. Acosta se interpreta a sí mismo de niño, con un registro que él maneja con aplomo y solvencia y que aportará cambios de perspectiva (realidad o sueño) y de tiempo a la historia. En esta reposición lo acompañan la inspirada Daniela Camaiora en el papel de la esquiva figura materna y la mujer enmascarada, tan vital y sensual. Ramos luce seguro y va sumando personajes más complejos y versátiles a una trayectoria que incluye la lúdica “Paquí Pallá” y la apocalíptica “Somos libres”.

ENREDOS SUBLIMES
La estructura dramática es fragmentaria. Olivares soslaya la linealidad narrativa y esta concepción ofrece a la dupla Dávila–Guzmán un recurso que explotar sobre el escenario. Con ellos esbozan escenas ágiles y breves –interrumpidas por una evocación– que abordan interrogantes existencialistas.
Camaiora, Acosta y Ramos,
elenco de "El rostro"
Los diálogos, aunque sencillos, irradian profundidad y lucidez. La sobriedad en escena –una silla, un diván y una mesa pequeña–, las dinámicas luces y la predominancia del blanco son un acierto que intensifica la acción sin desvíos inoportunos e impregnan el montaje de una estela hipnótica.
En este juego de sueño/vigilia todo parece funcionar bien a pesar de que los personajes secundarios pierdan fuerza y el sicoanálisis brille actualmente como una supuesta ciencia. El rostro” propone un viaje retrospectivo hacia las verdades incómodas que, de no aceptarlas o superarlas, deslucen el presente.

FICHA ESCÉNICA
El rostro” de Ricardo Olivares
Dirección: Yanira Dávila y Alejandro Guzmán
Elenco: Carlos Acosta, Daniela Camaiora y Eduardo Ramos
Temporada: Del 18 de abril hasta el 17 de mayo
Las funciones son los martes y miércoles a las 8pm
Lugar: Teatro de Lucía (Ca. Bellavista Miraflores)

sábado, 13 de mayo de 2017

Desde la penumbra

El matrimonio Manningham (Javier Valdés y Lucía Caravedo) acaba de mudarse a un suburbio londinense en 1880. Instalados en una casona antigua –con secretos aciagos–, la pareja de recién casados se verá inmersa en una pesadilla que traerá al presente el asesinato y la desaparición de joyas ocurridas a meda luz.
Los Manningham (Lucía Caravedo
y Javier Valdés)
“Luz de Gas” (1938) del dramaturgo Patrick Hamilton (1904–1962) plasma esta intrigante trama presente en dos cintas. Una británica dirigida por Thorold Dickinson en 1940 y otra estadounidense por George Cukor en 1944. El Teatro Británico ha estrenado una versión ecléctica de manos de Darío FacalEn manos del director español esta pieza se traduce en una intensa composición audiovisual y escénica que alumbra con tenue veracidad los opacos linderos de la psiquis humana. Su estética compuesta de cine negro, thriller sicológico y un libreto de detectives producen un montaje perturbador y misterioso.

LARGAS GABARDINAS
En el teatro como en las adaptaciones cinematográficas, la historia conservó la trama oscura y profundidad sicológica de sus personajes. El thriller de Facal los delinea con bastante detalle y acierto. Valdés convence en un papel enigmático y calculador, de pasajes inquietantes y ambiguos que lo aproximan al perfil de un sociópata.
Javier Valdés y Delfina Paredes
Desde la aparente fragilidad de Bella, Caravedo, más bien, desarrolla matices que presagian delirios casi esquizofrénicos
Con una fluida honestidad, ambos personajes palidecen o encienden en varios episodios hasta conseguir que su relación tensa se funda con una desconcertante y opaca rutinaLas esmeradas criadas Elizabeth y Nancy (un dúo de lujo integrado por Delfina Paredes y Stephanie Orúe) siembran conjeturas a placer. El inspector de policía (un inspirado Alfonso Santistevan) y su presto colaborador (Eduardo Camino de aceptable trabajo) cierran la estela detectivesca con roles plausibles.

CALLES SILENCIOSAS
“Luz de gas” procura una escenografía realista de estilo victoriano asentado en estructuras metálicas. La música del piano, pisadas en los altos y el dominio de sombras sobre la luz generan lóbregas escenas que la audiencia ávida de misterios agradece con interés y deducciones caprichosas.
El inspector (Santistevan) y Bella (Caravedo)
Con dos cintas a cuestas, “Luz de gas” intenta brillar con una historia original y fidedigna. En lo escénico lo consigue con la intriga sicológica, pero en lo visual Facal prefiere apoyarse en fragmentos de películas –un tributo de planos cerrados y paneos exteriores– enlazados con precisiónEste recurso ayuda a su narrativa aunque no incide directamente en el ritmo del montaje, sostenido por las actuaciones. Luego de “Lima Laberinto XXI” (2015) y “La clausura del amor” (2016), Facal entrega un trabajo brillante que instala luces en la penumbra más retorcida del alma humana.

Crédito de fotos: Teatro Británico

FICHA ESCÉNICA
“Luz de gas” de Patrick Hamilton (Reino Unido)
Dirección: Darío Facal
Elenco: Javier Valdés, Lucía Caravedo, Alfonso Santistevan, Stephanie Orúe, Eduardo Camino y Delfina Paredes
Lugar: Teatro Británico (Jr. Bellavista 527, Miraflores)
Funciones: De jueves a lunes a las 8pm
La temporada culmina el 15 de mayo de 2017
Entrada: S/. 60 (General), S/. 40 (Jubilados) y S/. 30 (Estudiantes)

jueves, 4 de mayo de 2017

Suspiro limeño

La Lima de últimos brillos señoriales fulgura en “Un país tan dulce”. Esta frase acuñada por Leonidas Yerovi (1881 – 1917), periodista y literato del modernismo, viajó como una risueña mueca desde la eternidad hasta el siglo XXI, época de Celeste Viale Yerovi, nieta suya. Un siglo exacto tras su prematura muerte.
La alegre comparsa de "Un país tan dulce"
Con coloquialismos de antaño, métrica musicalidad y criollísima gracia, Viale compone una dramaturgia de verso ágil y mordaz de estela nostálgica. Pensada como una varieté, “Un país tan dulce” es un carnaval escénico por el que desfilan intrigas y afanes personalistas; y también los delirios republicanosEl director Alberto Ísola aprovecha la fórmula de esta inefable farsa política, revista musical, o drama alegórico. El género es lo de menos cuando el país viene fraguando su identidad –la peruanidad– en una enredada maraña de intereses burgueses y políticos que empeñarían el futuro.

LIMA ANTIGUA
A través de López (Miguel Álvarez de estupendo trabajo) la audiencia se sumerge en la Lima de inicios de siglo XIX. Sus ojos como hombre de “La Prensa” –el periódico más influyente y voz de la naciente burguesía– sirven para describir el glamur y picardía de una sociedad que pondera el pecado mas no el escándalo.
Janncarlo Torrese y Miguel Álvarez
Con irreverencia se trazan alegorías plausibles. Una entrevista a un presidente ausente resuelto con chismes. Una huelga proletaria que afronta el desdén de las clases más privilegiadas. Una escena memorable es la accidentada gala teatral que entre censuras e intromisiones presta voz a un vapuleado país.
Los periplos de Álvarez acompañan, en otro plano, al amor esquivo entre Colombina y Arlequín (los lúdicos Mayra Nájar y Renato Medina), quienes presagian la fiesta popular en el escenario. Junto a ellos, Janncarlo Torrese, Lorena Rodríguez y Laly Guimarey viven cada episodio de este frenético carnaval con fluidez actoral y acierto vocal.

CARAS FESTIVAS
Tales escenas exigen a un elenco muy disciplinado cuyos personajes (históricos o no tanto) y los diálogos en verso sintonizan con el ritmo de la puesta. Las máscaras añaden misterio a la comparsa y a las identidades fugaces que adoptan, mientras que los colores (utilería, vestuario y luces) pintan de alegría el carnaval.
"Un país tan dulce", una delicia escénica de Aranwa
La música compuesta por Mateo Chiarella y las cuidadas coreografías de Juan Pablo Lostannau ofrecen un marco festivo inmejorable. A esta delicia escénica de Viale habría que agradecerle el cuidadoso esfuerzo por revalorar la pluma de Yerovi en un montaje de crítica social real y vigenteImperdible y de apreciación necesaria, “Un país tan dulce” retrata la idiosincrasia peruana como un espejo descarnadamente honesto. Este montaje –fiel a otros de la tradición escénica de Aranwa– es una cátedra sobre la belleza del arte teatral y una alerta para un país que aguarda cumplir los ideales con que fuera fundado hace un par de siglos, en 1821.
Fotografías: Aranwa

FICHA ESCÉNICA
“Un país tan dulce”, de Celeste Viale Yerovi
Dirección: Alberto Ísola
Elenco: Miguel Álvarez, Janncarlo Torrese, Laly Guimarey, Renato Medina, Lorena Rodríguez y Mayra Nájar
Composición musical: Mateo Chiarella
Diseño coreográfico: Juan Pablo Lostannau
Temporada: Del 16 de marzo hasta el 8 de mayo
Funciones: jueves, viernes y lunes a las 8pm / sábados y domingos a las 7pm
Lugar: Teatro Ricardo Blume (Jr. Huiracocha 2160, Jesús María)
Entradas: S/. 50 (General), S/. 40 (Jubilados) y S/. 25 (Estudiantes)
Una producción de Aranwa Teatro