miércoles, 29 de febrero de 2012

Naufragio en escena

Súbito e inesperado; frecuente y esquivo. Más allá de los treinta años, el amor adopta formas caprichosas que, funcionen o no, dejan al descubierto la fragilidad de los sentimientos. Y eso es lo que plantea “Nadar como perro”, obra escrita por el dramaturgo suizo Reto Finger (Berna, 1972) y exhibida hasta hace pocos días en el Teatro Mocha Graña.
Sin embargo, la puesta, dirigida y actuada por Carlos Acosta, no alcanza este propósito. La historia nos trae a Carlota (un pálido debut teatral de la periodista Maribel Toledo-Ocampo), quien decide terminar una relación de siete años con Roberto (Carlos Acosta), pues ha conocido a otro hombre.
Ella confía en una separación práctica y sin problemas, pero Roberto se aferra a la relación con argumentos tenues. Y ahí asoma el primer desajuste. La escena de la ruptura es muy diplomática, no convence a Carlota y menos al público. En seguida, el dolido novio se autoexcluye en el sótano dejando en el limbo una sensación extraña: no nos inspira su tristeza ni nos predispone, siquiera, a reprochar la actitud de su ex novia.


Tres son multitud
No obstante, la obra cobra cierto interés cuando Víctor (Mijail Garvich), el nuevo de novio de Carlota, llega a la casa. Las situaciones de convivencia entre los tres y las muestras de aparente tolerancia resultan graciosas y un poco patéticas. Carlota lo conoció en la estación de trenes y salvo su singular trabajo, reseñista de filmes pornográficos, su imagen se esfuma en el escenario.
La relación no funciona y, tiempo después, Carlota sale con otro muchacho. Se llama Juan (buen papel de Luis Alberto Urrutia), un joven idealista a quien conoció por casualidad en una librería. Pero la insatisfacción de Carlota hace que el amor naufrague y se encuentre sola de nuevo. Sola en apariencia pues Roberto continúa viviendo en el sótano desde hace meses.
Pienso que la fugacidad de estos romances no permite delinear los verdaderos dilemas de pareja ni saber qué busca la descontenta Carlota de la vida. La puesta pierde aquí su fuerza por la ausencia de conflicto reconocible y, en cambio, empieza a diluirse como la existencia de sus protagonistas.



Desamor y soledad
En la otra orilla está Ingrid (Norka Ramírez), la mejor amiga de la protagonista. Su vida se gira en torno la soledad y la nostalgia y quizá por eso propicia encuentros furtivos con las parejas de Carlota. No obstante, sus affaire no logran para desatar algún conflicto o trascender en la puesta. Una constante hasta el desenlace.
El año pasado Carlos Acosta dirigió una pieza sobre la azarosa vida en pareja en “De repente un beso”, de Eduardo Adrianzén. Montada en el Teatro Racional de Barranco, la puesta en escena –en la que actuó también Luis Alberto Urrutia– mostró buenos matices sentimentales. Esta vez, sin embargo, la obra no exhibe un rumbo definido y zozobra en el escenario.




Ficha Técnica
“Nadar como perro”, de Reto Finger
Dirige: Carlos Acosta
Elenco: Maribel Toledo-Ocampo, Carlos Acosta, Mijail Garvich, Luis Alberto Urrutia y Norka Ramírez.

domingo, 5 de febrero de 2012

Presagios y aciertos

Un pueblo pusilánime e indiferente al frente de un juicio popular. Y un sentido de justicia que se oculta en cientos de caras asomadas desde las graderías de una plaza de toros que, sin argumentos ni beneficios de la duda, deciden la vida (o la muerte), mientras todos miran hacia el otro lado de la calle.
El director colombiano Jorge Alí Triana presentó en una corta temporada de verano de “Crónica de una muerte anunciada”. Esta novela del universo mágico y caribeño de su compatriota Gabriel García Márquez fue escrita en 1981, un año antes de recibir el Premio Nobel de Literatura. Y estuvo en reposición hasta hace pocos días en el Teatro Británico.


Viajes y reveses
Sobre el mismo lugar en el que Alí Triana había presentado “La fiesta del chivo”, de Mario Vargas Llosa, en el 2008, montó una plaza de toros. Un escenario sombrío que recrea una atmósfera de tragedia inevitable –muy griega, por cierto– para Santiago Nasar (bien interpretado por Emanuel Soriano).
Su desgracia comenzó la noche de bodas entre el próspero Bayardo San Román (Sebastián Monteghirfo) y Ángela Vicario (Nidia Bermejo, de muy buena actuación). Tras descubrir que su esposa no es virgen, el joven acaudalado decide devolverla a casa de sus padres.
Al conocerse la afrenta por todo el pueblo, los gemelos Pedro y Pablo Vicario, (Franklin Dávalos y Óscar López Arias) lanzan amenazas de muerte sobre Nasar y restituir el honor de su hermana. Desde ahí, se cuenta una historia con saltos al pasado –tan usuales en García Márquez–, escenas costumbristas y marcados prejuicios de un pueblo que espera la visita del obispo.




Las dos tradiciones
Aunque la obra posee una fuerte identidad latinoamericana, se vale de la tradición clásica helena. Está el concepto de destino inevitable y la presencia de un coro, típico en las tragedias griegas (el pueblo entero), responsables de cantar los sucesos alrededor del joven Nasar.
Quizá por ello, el director colombiano ha definido este montaje como “una tragedia grecocaribeña”. Sin embargo, la puesta no desperdicia elementos del Realismo Mágico y suma a ella una idiosincrasia latinoamericana en la que persisten las creencias conservadoras, las tradiciones familiares –los matrimonios– y el machismo.


Drama de una madre
Salvo los personajes descritos párrafos arriba, el resto del elenco (alrededor de quince actores) comparte dos o más papeles circunstanciales en esta puesta. Lo que, sin duda, exigió una buena orquestación de actores y un trabajo pormenorizado de ciertos personajes.
Entre ellos, destaca el rol de las madres Plácido Linero y Pura Vicario (ambos roles muy bien encarnados por Claudia Dammert). La primera es la preocupada progenitora de Nasar, mientras que la segunda es madre de la desdichada Ángela Vicario y azuza al asesinato del joven hijo de turcos.
Y es que la puesta, a lo mejor, no busca centrase en los últimos momentos de Nasar. Su riqueza trasciende ese aspecto, para ofrecernos una colección de los defectos y virtudes de un pueblo que necesita un culpables (el chivo expiatorio de las tragedias griegas). Y nos exhibe como una sociedad violenta, en la que las acusaciones, amenazas e indiferencia son las respuestas simples a sus problemas.


Ficha técnica
“Crónica de una muerte anunciada”, de Gabriel García Márquez
Dirige: Jorge Alí Triana
Actúan: Franklin Dávalos, Óscar López Arias, Nidia Bermejo, Emanuel Soriano, Claudia Dammert, Gabriela Velásquez, Sebastián Monteghirfo, Carlos Mesta, Stephanie Orué, Ebelin Ortiz, Víctor Prada, Carlos Victoria, Leslie Guillén, Tommy Párraga, Gonzalo Molina.


Créditos de fotos: Centro Cultural Británico