domingo, 24 de julio de 2011

El mundo y su lógica


Una plaza de Buenos Aires. Comerciantes, poetas y mendigos deambulan entre fugaces transeúntes y pibes rumbo a la escuela. Es la década de 1950, pero hace años que la ‘posmodernidad’ asfixia las convicciones y estilos de vida de una sociedad, egoísta e industrializada, que deshumaniza más y más.
“Historias para ser contadas” reúne situaciones cotidianas y paradójicas sacadas de esa realidad. Y es que casi nada ha cambiado a nuestro alrededor desde que el dramaturgo argentino Osvaldo Dragún escribió la obra en 1956. El hombre, sus dilemas y decisiones ante un mundo que construye pero del que se siente ajeno se plasman en cuatro interesantes historias.





Historia cíclica
Un grupo de actores itinerantes (Sergio García – Blásquez, Dante Del Águila, Julio Navarro y Olenka Castro) recorren pueblos y plazas contando estos avatares. Sus relatos ágiles, tragicómicos y absurdos retratan al hombre evolucionado, en teoría, pero obligado a ceder sus valores para sobrevivir en una nueva jungla. Al darse por vencido, regresa a su esencia más primitiva.
Es así que la pieza teatral –cual un círculo vicioso– inicia con la ‘Historia del mono que se convirtió en hombre’. Continúa con una conmovedora ‘Historia de un flemón, una mujer y dos hombres’, acerca de un vendedor valorado más por sus ventas diarias que por sus sentimientos o necesidades.
El tercer relato, ‘Historia de cómo nuestro amigo Panchito González se sintió responsable de la epidemia de peste bubónica en África del Sur’, se inspira en la maquiavélica idea de que ‘el fin justifica los medios’. Finalmente, viene la ‘Historia del hombre que se convirtió en perro’, sobre el retorno forzado a la esencia primitiva –ser animal– como mecanismo de sobrevivencia.

Maletas solitarias
“‘Historias…’ surgió con la imagen de cuatro maletas. A partir de ahí iniciamos un trabajo más corporal, haciéndonos la idea de que no teníamos nada”, señala Jorge Medina Moretti, su director. Sin notarlo, aparecieron unos cubos y otros elementos lúdicos en la escenografía minimalista que permitió acentuar la  interpretación.
El resultado es una propuesta dinámica, con diálogos frescos –algunos con acento argentino–, rasgos de sutil comedia e, incluso, un rap sobre monos. La variedad de personajes que saltan a escena no sobran, sino divierten aún cuando reflexionan. Al final, el espectador podrá cumplir con la invitación de crear su propia historia para ser contada.



Olvidados y disconformes
Con frecuencia, las puestas dirigidas por Medina Moretti se aproximan a un universo de pesimistas y oprimidos. El ser humano en sociedad, el exilio o la disconformidad ante el sistema son sus temas preferentes. “Historias…”, su cuarto montaje, encaja en la línea que ha marcado su trabajo desde que egresó de Artes Escénicas de la Universidad Católica.
“Revisando textos el año pasado encontré una edición que incluía la ‘Historia del hombre que se convirtió en mono’. El argumento se redondeaba: desde un ser incivilizado hasta que por presión de la sociedad pone en juego sus valores y sus convicciones”, refiere.
Como director llevó a escena “Cautivas”, de Susana Poujol; “Locos de amor”, de Sam Shepard; y “La de cuatro mil”, pieza costumbrista de Leonidas Yerovi. Y aunque lee obras de todo género –en especial, las que lo exigen desde el punto de vista de la dirección–, reconoce que “con Dragún retorné al teatro latinoamericano, un tema muy poco tocado”.

Dramaturgo itinerante
Osvaldo Dragún (1929-1999) viajó por toda América escribiendo –y enriqueciendo más– cada una de sus historias. Identificado con el teatro social, el dramaturgo trabajó en países como Venezuela, Cuba, México, Perú, Colombia y Estados Unidos. En cada uno descubrió que, al margen de las diferencias, los sueños, tristezas y frustraciones eran compartidos.
Su producción escénica incluye más de una decena de obras como “La peste viene de Melos”, “Túpac Amaru”, “Los de la mesa 10”, pieza adaptada luego al cine. A su regreso, impulsa el Teatro Abierto, movimiento cultural que surgió a mediados de 1980 en oposición a la dictadura argentina (1976-1983).
En esa etapa presentó “Mi obelisco y yo”, “Al vencedor” y “Hoy se comen al flaco”. “Historias para ser contadas” es un clásico argentino y sus reposiciones suelen ser frecuentes en la cartelera teatral de ese país.

Fotos: Cuando la luna se caiga / Diana Gómez M.

Ficha técnica
“Historias para ser contadas”, de Osvaldo Dragún
Dirige: Jorge Medina Moretti / Asistencia: Alexa Centurión
Actúan: Sergio García – Blásquez, Olenka Castro, Dante Del Águila y Julio Navarro
Horario: Viernes y sábados a las 8pm. Domingos a las 7pm.
Lugar: Centro Cultual CAFAE-SE (Av. Arequipa 2985, San Isidro).
Entradas: S/. 15 (general), S/. 10 (estudiantes) y S/. 6 (Sector educación y jubilados)
La temporada finaliza el 14 de agosto.
Más información en el evento de Facebook.

viernes, 22 de julio de 2011

Una quinta historia…

Un prólogo y cuatro pequeños relatos componen las “Historias para ser contadas” del Osvaldo Dragún. A ellas podría sumarse una quinta parte, un epílogo que recuerde los dos meses de ensayos que compartieron y, en especial,  aprendieron un poco más acerca del oficio –y sacrificio– de hacer teatro.
El montaje reunió por primera vez a un elenco proveniente de diversas escuelas y talleres. Sergio García-Blásquez es egresado del Teatro de la Universidad Católica (TUC) y ha actuado en unas siete obras. Entre el 2008 y 2009 participó en puestas como “Tú o yo, el juicio final” y “El gran teatro del mundo”, escritas por Carmen Santur.


“Me encanta dirigir”
Aquellos días en el Teatro Mocha Graña conoció a Jorge Medina Moretti. Desde entonces, decidieron trabajar juntos y el año pasado montaron “La de cuatro mil”, un juguete cómico escrito por Leonidas Yerovi, en el que actuó Pold Gastello, Masha Chavarri, Luis Miguel Moreno y Alexa Centurión.
“Fue la primera obra que hicimos y un gran reto porque la presentamos como fue escrita originalmente, en verso”, recuerda. El teatro es un juego que disfruta y por eso tiene un lema: “Cuando tú te diviertes, el público también se divierte”. Por si fuera poco, sus aspiraciones no acaban ahí. “Me encanta dirigir”.

“Es una obra dinámica”
Quería estudiar en el TUC y también cine, pero un golpe de suerte lo llevó a los talleres de Bruno Odar y Alberto Ísola. Al terminar sus estudios, Dante del Águila se sentía satisfecho y ya había sumado obras (“A pies descalzos vamos”, “La abogada de los necios” o “Las tremendas aventuras de la capitana Gazpacho”) a su currículo. Aunque ya conocía a Jorge Medina, la oportunidad de trabajar juntos había sido esquiva. 
“Historias…” los reunió. “Era la primera vez que trabajo en una obra minimalista”, reconoció. Y tenía razón. En una obra donde sólo hay cajas y maletas, la orquestación de personajes y piezas de vestuario (gorros, sacos y un largo etc.) fue un desafío dinámico. “Al inicio fue complicado. Jorge (Medina) tenía todo imaginado pero nos dejó descubrir y proponer elementos a la puesta”.


Estudiar, trabajar y actuar
Empeñoso tesista (próximo a titularse como actor en la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático - ENSAD), instructor científico Mad Science para niños y actor cuyos personajes son, por lo general ‘cargados’. Ésta es la singular fórmula del actor Julio Navarro que nos aproxima a su definición de cómo sentirse completo. Al parecer, no existe actividad cotidiana suya fuera del universo teatral.
“Hice obras para niños y sigo hasta ahora. En el teatro adulto mis papeles son muy fuertes, muy cargados, no sé por qué”, se ríe. La suerte cambió en “Historias…” y sus personajes son “los más tranquilos que me han tocado”. Para él, el montaje fue “muy interesante porque venimos de escuelas de formación actoral distintas y nos hemos fusionados día a día”.

“Es mi primer montaje”
Confiesa sentirse nerviosa poco antes de cada función, pero sus colegas parecen no preocuparse. Olenka Castro, la actriz debutante de “Historias…”, sabe que apenas cruce el umbral hacia el escenario los nervios y temores se irán. Por la próxima hora y media será “una hermana, después una madre y, en seguida, una esposa”, pero siempre la belleza que dinamiza esta puesta, la primera de su carrera.
Antes sólo había hecho muestras de los talleres de Sandro Calderón, Bruno Odar y Alberto Ísola. “Es increíble, aún no puedo creer que tenga la oportunidad de trabajar con actores profesionales”. Su aprendizaje incluyó “el código de la comedia” y su recompensa es, por el momento, “la adrenalina de cada función”.
Todos ellos se sienten cómodos en grupo y, al parecer, podrían trabajar en una nueva propuesta que saldría a fines de año en el CAFAE-SE. Un epílogo feliz que aguardaré con grata espera.

Fotos: Cuando la luna caiga / Diana Gómez M.