jueves, 22 de diciembre de 2011

Mira quién habla

Un cobertizo abandonado. Un televisor y otros aparatos duermen apagados ante el olvido de sus dueños. Decenas de cajas asoman entre telas que ocultan antiguos muebles y trastos. Y un grupo de jóvenes que cree encontrar el lugar perfecto para trabajar su proyecto de ciencias, sin saber que este depósito está en… La Dimensión Desconocida.
Se me ocurre que Rod Serling, guionista y presentador de esa serie televisiva, habría usado estas palabras para presentar alguna función de “Automáticos”. Esta ágil, divertida y fantástica historia escrita por el argentino Javier Daulte cerró hace unos días su temporada en el Centro Cultural de El Olivar.


Experimento escolar
La historia transcurre en varias noches, algunas con lluvia incesante y rayos. En ellas se reúnen Omar (Sergio Gjurinovic), Fina (Alessandra Denegri), Carol (Camila Zavala), Tony (Andrés Salas) y Cristina (Gachi Rivero), quien acaba de llegar a la escuela. Todos ellos discuten, con poco éxito, qué proyecto presentar para la Feria de Ciencias de su colegio.
Sin una idea que los convenza, vuelcan sus miradas sobre unos viejos maniquíes (Chusi Amorós, Tamara Padilla y Andrés Bragagnini) a los que pretenden hacer hablar. En esta primera parte de la trama sumerge al espectador en una comedia asombrosa, cargada de dilemas juveniles y la presencia de insólitos efectos atmosféricos y eléctricos.


Jugando a ser Dios
El montaje, no obstante, vira de curso con la intimidante presencia de Mora (Brisa García), hermana de Omar. Tras ciertas estremecedoras revelaciones y escuchar a maniquíes vivos imitando –y cuestionando, con inocencia y gracia– el entorno que los rodea y a quienes merodean por ahí, la puesta se desarrolla sin perder su esencia impactante y creíble.
Es mérito del elenco y del cuidadoso trabajo del director Adrián Galarcep, quien ha dirigido casi una veintena de puestas en Lima (escolares e institucionales) y en la actualidad es coordinador de Artes Escénicas de Secundaria del colegio Franklin D. Roosevelt y cofundador del Club de Teatro de ese centro de estudios.
Galarcep también presentó dos obras en Buenos Aires, Argentina, país en el que estudió Dirección Teatral en la Universidad de Palermo de ese país.


Dimensión fantástica
Lo fantástico es un elemento usual en las obras de Javier Daulte (Buenos Aires, 1963). Y se convirtió, además, en un factor esencial en sus diálogos verosímiles y frescos, con los que este guionista, dramaturgo y director teatral ha logrado revitalizar las piezas teatrales en su país y España.
Entre sus obras –llamadas ‘comedias dramáticas’– destacan “Criminal”, “La Escala Humana”, “4D Óptico”, “¿Estás ahí?” y “Nunca estuviste tan adorable”. Haría que referir que “Automáticos” fue estrenada en idioma catalán en el Teatro del centro del Vallés de Terrassa (Cataluña) el 2005. Luego sería adaptada a otras salas de Barcelona y Buenos Aires. Aquí un poco más de información sobre este autor.


Crédito de fotos: Centro Cultural El Olivar de San Isidro

Ficha técnica
“Automáticos”, de Javier Daulte
Dirección: Adrián Galarcep 
Elenco: Alessandra Denegri, Gachi Rivero, Sergio Gjurinovic, Andrés Salas, Camila Zavala, Chusi Amorós, Brisa García, Tamara Padilla y Andrés Bragagnini.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Una fiesta siniestra


Una noche de 1960 el dramaturgo Harold Pinter estrenó “El vigilante” en el Teatro Continental de Dusseldorf, en Alemania. Despreocupado por la crítica, su nueva pieza teatral, signada por inquietantes silencios, recogió pifias en vez de aplausos. A pesar de ello, el autor británico saludó al público en compañía de su elenco al menos unas 34 veces. En todas fue ferozmente abucheado.
Es probable que, en cada salida al escenario, Pinter reviviera la sensación del estreno de “La fiesta de cumpleaños”, unos dos años antes. Oscura, enigmática y desoladora, su primera obra profesional resistió una semana de abril en la cartelera londinense de 1958, pero sobrevivió a la crítica incrédula hasta convertirse en un clásico del teatro contemporáneo.
Hasta hace unos días, el creador de personajes desencantados y delirantes llegó al Teatro La Plaza ISIL en un estupendo montaje que vale la pena reseñar.


Noche a oscuras
“La fiesta de cumpleaños” encierra la acción en una habitación un poco descuidada. Por sus rincones y gavetas aún resuenan los éxitos lejanos de Stanley (una excelente interpretación de Paul Vega), un excéntrico pianista refugiado en la soledad, aún cuando los esposos Meg y Petey Boles (Ana Cecilia Natteri y Alfonso Santistevan), los dueños de la casa en la que es el único huésped, lo visitan a menudo.
Los días parecen repetirse hasta que Goldberg (Mario Velásquez) y McCann (Rómulo Asseretto) alquilan una habitación en ese aposento. A la llegada imprevista de estos dos extraños sigue la insólita idea de celebrar el cumpleaños de Stanley. Sorprendido, el pianista niega que esté por cumplir años, sin embargo, esa noche Goldberg, McCann, Meg y Lulu (una anecdótica presentación de Gisela Ponce de León), una joven vecina, deciden festejar una extraña fiesta.


Silencios elocuentes
Un elemento de las obras de Pinter es la incertidumbre. Aquello que inquieta sin saber dónde se esconde y que acecha esta puesta escénica gracias a las buenas actuaciones del elenco. Surgen así las pocas certezas sobre el pasado de Stanley o el misterioso arribo de Goldberg y McCann, dos desconocidos que, por ejemplo, hablan de una organización sin decir más.
Quizá, la vida de los caseros represente un equilibrio en esta historia. Destaca Ana Cecilia Natteri por una interpretación que va desde ternura hasta el extraño cariño que siente por el pianista; y bien acompañado de un despreocupado personaje encarnado por Alfonso Santistevan. 
Cada detalle guía al espectador por una atmósfera de dudas que logra transmitirse a pesar de tratarse de un texto en inglés. Esta última afirmación compartida por estudiosos de Pinter, quienes concuerdan que es más importante lo que no se dice en lugar de lo que sí. 
Es por eso que la tensión de la obra no desaparece aún cuando los diálogos –aislados, en apariencia– sugieren más preguntas que respuestas.La obra se olvida de esclarecerlas y deja al espectador en desconcierto, pero cargado de teorías. Una sensación que probablemente sucedió con el público que la vio por primera vez en 1958.


Estilo ‘pinteresco’
En un inicio la crítica especializada desestimó esta obra y sólo recibió una opinión favorable –y profética– de Harold Hobson. “A pesar de la experiencia vivida la semana pasada (el cierre de la obra), vamos a oír hablar del señor Pinter y de “La fiesta de cumpleaños” en algún momento. Tomen nota de sus nombres”, reseñó en mayo de 1958 en el Sunday Times.
En piezas teatrales como ésta, Pinter esbozaría los rasgos reconocibles de sus “comedias de la amenaza”. El Premio Nobel de Literatura del año 2005 utilizó historias negras y escalofriantes para plasmar el dilema de la identidad individual a través de personajes solitarios y desilusionados.
En sus tramas es usual ver a un intruso que inquieta y desquicia la intrascendente existencia de sus protagonistas. Mientras que sus diálogos se salpican de largas pausas y silencios, como si fuera difícil comunicarse entre ellos. Una atmósfera cuidadosamente dibujada en la puesta dirigida por Chela de Ferrari en el Teatro La Plaza ISIL de Miraflores.


Créditos de fotos: Teatro La Plaza ISIL

Ficha técnica
“La fiesta de cumpleaños”, de Harold Pinter
Dirección: Chela De Ferrari
Elenco: Paul Vega, Ana Cecilia Natteri, Mario Velásquez, Rómulo Asseretto, Alfonso Santistevan y Gisela Ponce de León.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Vidas al límite

Cae el telón y sobre la arena circense se apaga la última luz. La ilusión y magia se desvanecen y, entre ecos de aplausos lejanos, la vida retorna con desesperanzados pasos, cuchicheos y discusiones que agitan la vida en los circos, más allá de las funciones.
“Entrar y salir por el espejo” recoge tres pequeñas historias contadas bajo los descoloridos telones de uno particularmente decadente y nostálgico. Los personajes que viven ahí olvidaron las buenas épocas, pero no sus sueños. En ese escenario adverso, el amor encontró razones para sobrevivir y resistir.



Detrás de escena
Lúdicamente montado en el Teatro Racional, la puesta consta de dos dramas y una comedia escritas por la dramaturga peruana Sarina Helfgott. Cada una de ellas guía las miradas a los bastidores circenses, instantes previos de iniciarse la función. Sus dilemas enredan los sentimientos y la performance de quienes actúan.
Es así que “La Sentencia”, muestra a Clara, una acróbata que, antes de su número, nota indiferente a Rocco, su compañero trapecista y quien deberá atraparla en el aire. La segunda trama, “La Jaula”, presenta a un domador de leones listo para su mejor acto: introducir su cabeza en las fauces de un león. Confiado, el domador busca palabras de ánimo en Rebeca, su mujer, pero ésta permanece en silencio.
Finalmente, aparece “Entrar y salir por el espejo”, la corta pieza que da nombre al montaje. En ella hay dos arlequines enamorados aunque controlados por un asfixiante autor de teatro. Pero Pierrot y Colombina (una brillante interpretación de Gonzalo Tuesta y Alexa Centurión) se las ingenian para escapar cuando el autor duerme. Y lo lograrán sin abrir puertas o ventanas.


Mirada entretenida
La propuesta escénica, dirigida por Vanessa Vizcarra, inspira una atmósfera lóbrega y angustiante. Mientras el público aguarda un acto mágico y sorprendente, los artistas deben resolver sus conflictos personales o esconderlos sutilmente bajo una sonrisa pintada o un perfecto salto mortal.
Sucede con las tensas circunstancias en las dos primeras historias y cierra perfectamente con “Entrar y salir…”, una divertida y creativa pieza que la directora propuso como fin del montaje. Y, sin duda, otro mérito es que la sobria estética circense se hermane en el proceso teatral.
Es así que el tradicional jefe de escena, comúnmente vestido de ropas oscuras, aparece como un arlequín (Fito Valles) durante la obra. Ensaya juegos, gira y entretiene al público mientras alista el escenario para la próxima historia. La función debe continuar y aún quedan algunas de ellas antes de que este extraño circo baje su telón el sábado 10 de diciembre.



Crédito de fotos: Lu Arispe

Ficha técnica
“Entrar y salir por el espejo”, de Sarina Helfgott
Dirige: Vanessa Vizcarra
Actúan: Alexa Centurión y Gonzalo Tuesta / Jefe de escena: Fito Valles
Horarios: De jueves a sábados a las 8:30pm.
Lugar: Teatro Racional (Av. Balta 170, Barranco, a media cuadra de la Estación Balta del Metropolitano)
Entrada: S/. 20 (general) y S/. 15 (estudiantes)
La temporada acaba el 10 de diciembre
Más información en el evento y el grupo de Facebook.

Detrás del espejo

En ocasiones un montaje ficticio y el proceso de llevarlo a escena guardan paralelismos. Y “Entrar y salir del espejo” nos acerca a un rincón inexplorado: detrás del escenario, aunque con crisis súbitas.
Un lugar similar que reunió por primera vez a Alexa Centurión y Gonzalo Tuesta, los actores de esta puesta, cuando trabajaban en la producción (luces y sonido) de “Bryce: ¡A mí con cuentos!” en el 2007. Varios años después y bajo un mismo anhelo –realizar una obra de teatro nacional– el proyecto se concretó. Lo más de dos meses de ensayos que dedicaron se convirtieron en una puesta mágica, desencantada y honesta.



Proceso enriquecedor
La iniciativa de querer hacer teatro peruano fue fundamental para la joven actriz egresada del Teatro de la Universidad Católica (TUC). “Hacía años de años que no se montaban sus obras y Sarina (Helfgott) tiene textos preciosos”. Su acercamiento a esta dramaturga sucedió hace unos años durante una clase de Teatro Peruano, cuando Celeste Viale les mandó leer “La sentencia”, una obra de esta autora.
“Me quedé enganchada con la obra y pensé que en algún momento la podría hacer”, asevera. Así empezó todo y en el proceso apareció otro texto de Helfgott (“La jaula”), un monólogo entre un domador de leones y su esposa. Con el proyecto ya aprobado en el Teatro Racional y la convocatoria de Vanessa Vizcarra en la dirección, se terminó por definir el montaje.
La directora, también autora de “Un día en la vida de Adriana Lima” y “El matrimonio de Uli”, propuso un tercer texto original de esta dramaturga: “Entrar y salir por el espejo”, que finalmente daría nombre a la puesta. 



Parejas en riesgo
“Lo que unifica estas cortas obras son relaciones de pareja que están en riesgo”, opina Centurión. Antes la actriz había participado en obras como “Chicas Católicas”, de Casey Kurtti (una de las ganadoras del X Festival de Teatro Peruano Norteamericano del 2010), “La mujer sin memoria”, de César de María y “La de cuatro mil”, de Leonidas Yerovi.
“Detrás de la magia está contar el drama de cada pareja en crisis, quienes deben sobrevivir a algo antes de enfrentarse a la realidad: el espectáculo. Es algo que mucha gente que no se pone a pensar”, comenta Gonzalo Tuesta. El joven actor estudió cuatro años en la Denison University de Ohio, en Estados Unidos.
A sus clases de Comunicaciones sumó horas y horas de teatro hasta que hace dos años decidió volver a Perú e iniciar su carrera. Tras cursar el taller de actuación de Roberto Ángeles, presentarse en algunas obras (“Juguetes en fuga” y “Hormigas”) y asistir en otras (“Entonces Alicia cayó” y “La Madonnita”), se reunió con la actriz en una fascinante aventura que podemos apreciar en el Teatro Racional de Barranco hasta este 10 de diciembre.


Una autora rescatada
Sarina Helfgott (Chiclayo, 1928) es amante de las letras y su versatilidad está demostrada como periodista, dramaturga y poeta. Su labor escénica inició en 1953 con “La Red” y continuó con “La Jaula” (Premio de Teatro 1961 de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos) –posteriormente traducida al inglés y al holandés–, e “Intermedio, Carta de Pierrot” de 1961.
Luego vendrían “La Señorita Canario” (mención honrosa del Centro Peruano de Teatro en 1965), “Antígona, La Sentencia” de 1964, entre otras. “Conversamos con ella para poder montar la obra y estaba contenta, aún cuando la forma en que la montamos fuera muy distinta a como fue estrenada en los años sesenta”, comenta Alexa Centurión.
Helfgott estuvo el día del estreno de “Entrar y salir por el espejo”. Para ella fue un cálido reconocimiento a su trabajo y, para los espectadores, una invitación para conocer –o, a lo mejor, descubrir– las bellas historias que guarda nuestra dramaturgia.

Crédito de fotos: Milena Carranza / Lu Arispe

martes, 29 de noviembre de 2011

Ruleta rusa

La culpa no distingue el día de la noche en una mente atormentada. Se escabulle de los rincones de un alma herida y se enreda en sus recuerdos. Visita a veces con un rostro familiar y se marcha sin presentarse. En otras, viste nuestra piel y ojos como un disfraz infalible del que no desconfiaríamos.
En esta atmósfera tan lóbrega y confusa, la culpa parece brillar y tener una identidad propia, como Misael, el joven protagonista de “¡Bang Bang!... Estás muerto”. Esta puesta de Última Orilla (va hasta el 4 de diciembre en el Teatro Julieta) se sumerge en una agobiante visión del mundo desde los ojos de un adolescente, cuya vida oscila entre la fracaso y la aceptación social.


Fantasmas al acecho
Misael pasa sus días en una pequeña celda de un centro de reclusión. Hasta ahí lo siguen sus remordimientos, los que, poco a poco, elevan su voz hasta dejarse oír, ver y sentir. Son ocho –sus dos padres y seis amigos a quienes asesinó– y cada uno cuenta un fragmento de historia de Misael (Martín Velásquez en una buena actuación).
Así, nos enteramos de que fue víctima de bullying, una forma de maltrato psicológico, verbal o físico frecuente entre escolares. Su vida social tenía altibajos; sus calificaciones eran regulares, aunque podía ser brillante si se lo proponía; y que sus padres, aunque dedicados, rara vez coincidían en la forma de criarlo. La historia es básicamente narrada antes que actuada.
Ello quizá por la naturaleza dolorosa de los recuerdos del protagonista y la necesidad de extinguir la poca paz y quietud que existe en la pequeña celda en la que está recluido. De esa forma, logra un poderoso efecto: impacta y sensibiliza acerca de la violencia juvenil o la carencia de perspectiva a tan corta edad.


Grandes esperanzas
 “¡Bang Bang!...” sostiene la intensidad y vértigo, sin perderlos. Ello se apoya no sólo actuaciones bien logradas –diríase orquestadas por el director Paco Solís Fúster–, sino que aporta mucho el despliegue audiovisual alrededor de la obra: juego de luces, sombras y sonidos sobre un escenario que muestra más de lo que exhibe.
En esta atmósfera la obra también se sirve para transmitir pinceladas de esperanza hacia el final. Y la propone para Misael como si fuera la segunda oportunidad para una sociedad, cada día, más tolerante a la violencia. Un mensaje que ha subido a escena en más de 2 mil 500 escuelas y centros juveniles de los Estados Unidos y que ahora podemos apreciar sin dejar de meditar.



Crédito de fotos: Última Orilla
Agradecimiento especial: Diego Alonso Ramos


Ficha técnica
“¡Bang Bang!... Estás muerto” de William Mastrosimone.
Dirige: Paco Solís Fúster
Actúan: Martín Velásquez, Guillermo Rendón, Gabriel González, Diego Alonso Ramos, Jennifer Aguirre, Andrés Luna, Paloma Vega, Patricio Villavicencio, Daniel Cano, Tara Morales Bermúdez y Marco Tocto.
Horario: Jueves a domingo a las 8:30pm.
Lugar: Teatro Julieta (Pasaje Porta 132, Miraflores)
Más información en el evento o la promoción de la obra.

sábado, 8 de octubre de 2011

Diario de recuerdos

Dicen que hay lecciones que nunca se olvidan. En dos años la joven dramaturga Jimena Ballén Tallada aprendió muchas de ellas al lado de su abuela y los ‘grandes’, como prefiere llamarlos, de El Vitral, un geriátrico de Buenos Aires.
Lo que fue una experiencia de vida se plasmaría luego en el papel como “Después que pase el tren”, una pieza teatral cargada de ternura, nostalgia y esperanza. La obra aborda la tercera edad a través de tres mujeres que viven en un asilo, aunque no parecen notarlo, y los dilemas de quienes las cuidan. Todo un reto.



Vivir ‘Sin memoria’
El geriátrico posee un pabellón llamado “Sin memoria”. Ahí los recuerdos fugaces se apagan a cada instante y vuelven cada cierto tiempo.
Sus inquilinas son Sara (Sonia Seminario), soñadora y entusiasta; Zulema (Gabriela Billotti), por momentos, reflexiva y, a veces, malhumorada; e Isabel (Lola Guerra), quien parece observar pasajes de su vida en las flores que riega cada mañana. 
El trabajo actoral resulta brillante pues no cae en los clichés grises que rodean a la ancianidad. Lorena (Jimena Ballén), la enfermera que las cuida, ha preferido no contarles –o recodarles– algunas verdades: que son ancianas, que sus seres queridos no vendrán más o que están solas. Quizá por eso la estancia en el pabellón parece ser feliz.


Pasan los días
Ramiro (Carlos Casella), el joven voluntario del centro, considera que ésa no es la forma adecuada de tratarlas. Entonces, ¿cómo hacerlo? La difícil respuesta oscilará entre la verdad –transparente y dolorosa–, la ‘mentira blanca’ –¿inofensiva?– y sus consecuencias: los momentos más intensos y conmovedores de la obra.
Quizá por ello, el centro geriátrico es visto como un lugar para aprender –con los maestros ‘grandes’– más sobre la última etapa de la vida. Un espejo en el que resistimos reflejarnos pero que sabemos inevitable y próximo. En esa senda, lo que formula “Después que pase el tren” es, más bien, una reflexión y una alerta de vida. 
O, a lo mejor, simplemente que reconozcamos en sus personajes a nuestros abuelos. Que no los perdamos de vista aún cuando ellos, quizá, nos guarden en algún lejano recuerdo. Esta obra se presentará hasta este domingo 9 de octubre en el Teatro Auditorio Miraflores.


El olvido presente
El programa de mano recoge algunas frases que inspiraron las escenas de la puesta escénica. “¿Vienes mañana?”, “¿Me das un beso?”, “Gracias”, “Te quiero”, “Sólo pasa un momento y salúdame” parecen venir de una voz cálida y familiar.
Esas voces transitan en un mundo cargado de sensaciones y emociones en el que se respira la soledad y la esperanza. En los rincones resuenan músicas antiguas. La directora Katiuska Valencia Piñán (ganadora del X Festival de Teatro Peruano Norteamericano ICPNA el año pasado con “Chicas Católicas” de Casey Curtis) fue la encargada de orquestar esta puesta con un elenco que, salvo Casella, es enteramente femenino.
Y da gusto que por estos días se exhiba una variedad de obras (“Criadero” o “El Matrimonio de Uli”, por ejemplo) que nos sumerjan en el universo femenino, aunque a diferentes edades y en otras circunstancias. Y, en especial, agrada más que todas ellas compartan un espíritu arriesgado de propuesta que teatreros y curiosos agradecen.



Nota del autor
Tuve oportunidad de ver este montaje en la función benéfica del miércoles 21 de setiembre, curiosamente el Día Mundial de Lucha contra el Alzheimer. Una razón más para destacar este esfuerzo sobre las tablas.

Créditos de fotos: Tránsito – Vías de Comunicación Escénica

Ficha técnica
“Después que pase el tren”, de Jimena Ballén Tallada
Dirige: Katiuska Valencia Piñán / Asistencia: Alexa Centurión Chocobar
Actúan: Sonia Seminario, Gabriela Billotti, Lola Guerra, Jimena Ballén Tallada y Carlos Casella.
Horario: Jueves a sábados a las 9pm. Domingos a las 8:30pm.
Lugar: Teatro Auditorio Miraflores (Av. Larco 1150, sótano, Miraflores).
Entradas: S/. 25 (general) y S/. 15 (estudiantes)
La temporada finaliza el 9 de octubre.
Más información en el evento de Facebook.

lunes, 3 de octubre de 2011

Vidas cruzadas

Hace unos días fue la última función de “Por accidente”. Una comedia sin demasiados artificios que desnuda en un acto los argumentos, reacciones, estereotipos, prejuicios y percepciones –erradas y acertadas– que parecen dar lógica al comportamiento masculino. Nada complicado, simple cotidianeidad.
Todo parte de confuso accidente. Fría madrugada, testigos con versiones diferentes, y dos autos a una velocidad aún por esclarecer. Sus conductores, conmocionados aún, jamás pensaron encontrase en el cruce del Jirón Desamparados y Calle De la Amargura en una de esas noches en las que todo sale mal.



En contradicción
No sabemos quién chocó a quién. Si fue Rodrigo (César Ritter, en un personaje justo a la medida) a Richard (Emilram Cossío, buen protagónico) o viceversa pero ver el Audi accidentado en el escenario –uno de verdad– impacta.
El primero maneja el automóvil de su esposa, angustiado por su reciente separación, mientras que el segundo soñaba con la cita perfecta en el auto de lujo. Ninguno de los dos llega muy lejos. Luego aparecerán en carro, a pie o curioseando, algunos invitados gratuitos y espectadores forzosos.
Primero un abogado gay (Javier Valdés) algo maniático y detallista. Un vigilante nocturno (Ismael Contreras) tan ingenuo como insistente. Un taxista lechucero y egresado de la escuela de la vida (Ricardo Velásquez) y un ajustador de seguros con sólidos principios llamado Figueroa (Miguel Iza).


Un buen negocio
El choque será sólo un pretexto para que cada uno desentrañe su mundo: una serie de fracasos y peleas conyugales de Rodrigo; y el un noviazgo de apariencia de Richard. En ocasiones ello les servirá de argumento para transar las refacciones de sus autos, evitar posibles castigos paternales o visitar al hijo tras la separación.
En otras, la mayoría, serán simples armas para sacar provecho como cobrar el seguro, arreglar ‘por lo bajo’ o engañar para eludir responsabilidades. ¿Acaso atinaron Alfonso Santistevan y Marisol Palacios, autores de esta obra? A ello se sumarán connotaciones estereotipadas entre Rodrigo, el ‘blancón’, y Richard, el ‘cholo’ y la disímil –aunque errónea– correspondencia entre sus autos.


Obra de a dos
Esta comedia –con pinceladas de drama– escrita por Santistevan (Arequipa, 1955) y Palacios (Lima, 1962) muestra el buen trabajo de equipo. Hace unos años lo hicieron con la pieza cómica “Morir de amor”, interpretada por Paul Vega y Katia Condos. La puesta fue dirigida por Palacios y como ella misma ha afirmado fue “un reto” aproximarse al universo y pensamiento de los hombres.
“Por accidente” es un reflejo oscuro e (in)exacto de la sociedad peruana y latinoamericana, machista y oportunista. Divertida y ocurrente, por momentos nos alerta al exponer cuán arraigados vivimos entre los prejuicios y las etiquetas hasta que finalmente caemos en cuenta de ello, así sea por accidente.

Crédito de fotos: Facebook Teatro La Plaza ISIL y Pablo Moura (Artefacto)

Ficha técnica
“Por accidente”, de Alfonso Santistevan y Marisol Palacios.
Dirección: Marisol Palacios
Elenco: César Ritter, Emilram Cossío, Miguel Iza, Javier Valdés, Ricardo Velásquez e Ismael Contreras.
Producción General: Teatro La Plaza ISIL

domingo, 24 de julio de 2011

El mundo y su lógica


Una plaza de Buenos Aires. Comerciantes, poetas y mendigos deambulan entre fugaces transeúntes y pibes rumbo a la escuela. Es la década de 1950, pero hace años que la ‘posmodernidad’ asfixia las convicciones y estilos de vida de una sociedad, egoísta e industrializada, que deshumaniza más y más.
“Historias para ser contadas” reúne situaciones cotidianas y paradójicas sacadas de esa realidad. Y es que casi nada ha cambiado a nuestro alrededor desde que el dramaturgo argentino Osvaldo Dragún escribió la obra en 1956. El hombre, sus dilemas y decisiones ante un mundo que construye pero del que se siente ajeno se plasman en cuatro interesantes historias.





Historia cíclica
Un grupo de actores itinerantes (Sergio García – Blásquez, Dante Del Águila, Julio Navarro y Olenka Castro) recorren pueblos y plazas contando estos avatares. Sus relatos ágiles, tragicómicos y absurdos retratan al hombre evolucionado, en teoría, pero obligado a ceder sus valores para sobrevivir en una nueva jungla. Al darse por vencido, regresa a su esencia más primitiva.
Es así que la pieza teatral –cual un círculo vicioso– inicia con la ‘Historia del mono que se convirtió en hombre’. Continúa con una conmovedora ‘Historia de un flemón, una mujer y dos hombres’, acerca de un vendedor valorado más por sus ventas diarias que por sus sentimientos o necesidades.
El tercer relato, ‘Historia de cómo nuestro amigo Panchito González se sintió responsable de la epidemia de peste bubónica en África del Sur’, se inspira en la maquiavélica idea de que ‘el fin justifica los medios’. Finalmente, viene la ‘Historia del hombre que se convirtió en perro’, sobre el retorno forzado a la esencia primitiva –ser animal– como mecanismo de sobrevivencia.

Maletas solitarias
“‘Historias…’ surgió con la imagen de cuatro maletas. A partir de ahí iniciamos un trabajo más corporal, haciéndonos la idea de que no teníamos nada”, señala Jorge Medina Moretti, su director. Sin notarlo, aparecieron unos cubos y otros elementos lúdicos en la escenografía minimalista que permitió acentuar la  interpretación.
El resultado es una propuesta dinámica, con diálogos frescos –algunos con acento argentino–, rasgos de sutil comedia e, incluso, un rap sobre monos. La variedad de personajes que saltan a escena no sobran, sino divierten aún cuando reflexionan. Al final, el espectador podrá cumplir con la invitación de crear su propia historia para ser contada.



Olvidados y disconformes
Con frecuencia, las puestas dirigidas por Medina Moretti se aproximan a un universo de pesimistas y oprimidos. El ser humano en sociedad, el exilio o la disconformidad ante el sistema son sus temas preferentes. “Historias…”, su cuarto montaje, encaja en la línea que ha marcado su trabajo desde que egresó de Artes Escénicas de la Universidad Católica.
“Revisando textos el año pasado encontré una edición que incluía la ‘Historia del hombre que se convirtió en mono’. El argumento se redondeaba: desde un ser incivilizado hasta que por presión de la sociedad pone en juego sus valores y sus convicciones”, refiere.
Como director llevó a escena “Cautivas”, de Susana Poujol; “Locos de amor”, de Sam Shepard; y “La de cuatro mil”, pieza costumbrista de Leonidas Yerovi. Y aunque lee obras de todo género –en especial, las que lo exigen desde el punto de vista de la dirección–, reconoce que “con Dragún retorné al teatro latinoamericano, un tema muy poco tocado”.

Dramaturgo itinerante
Osvaldo Dragún (1929-1999) viajó por toda América escribiendo –y enriqueciendo más– cada una de sus historias. Identificado con el teatro social, el dramaturgo trabajó en países como Venezuela, Cuba, México, Perú, Colombia y Estados Unidos. En cada uno descubrió que, al margen de las diferencias, los sueños, tristezas y frustraciones eran compartidos.
Su producción escénica incluye más de una decena de obras como “La peste viene de Melos”, “Túpac Amaru”, “Los de la mesa 10”, pieza adaptada luego al cine. A su regreso, impulsa el Teatro Abierto, movimiento cultural que surgió a mediados de 1980 en oposición a la dictadura argentina (1976-1983).
En esa etapa presentó “Mi obelisco y yo”, “Al vencedor” y “Hoy se comen al flaco”. “Historias para ser contadas” es un clásico argentino y sus reposiciones suelen ser frecuentes en la cartelera teatral de ese país.

Fotos: Cuando la luna se caiga / Diana Gómez M.

Ficha técnica
“Historias para ser contadas”, de Osvaldo Dragún
Dirige: Jorge Medina Moretti / Asistencia: Alexa Centurión
Actúan: Sergio García – Blásquez, Olenka Castro, Dante Del Águila y Julio Navarro
Horario: Viernes y sábados a las 8pm. Domingos a las 7pm.
Lugar: Centro Cultual CAFAE-SE (Av. Arequipa 2985, San Isidro).
Entradas: S/. 15 (general), S/. 10 (estudiantes) y S/. 6 (Sector educación y jubilados)
La temporada finaliza el 14 de agosto.
Más información en el evento de Facebook.

viernes, 22 de julio de 2011

Una quinta historia…

Un prólogo y cuatro pequeños relatos componen las “Historias para ser contadas” del Osvaldo Dragún. A ellas podría sumarse una quinta parte, un epílogo que recuerde los dos meses de ensayos que compartieron y, en especial,  aprendieron un poco más acerca del oficio –y sacrificio– de hacer teatro.
El montaje reunió por primera vez a un elenco proveniente de diversas escuelas y talleres. Sergio García-Blásquez es egresado del Teatro de la Universidad Católica (TUC) y ha actuado en unas siete obras. Entre el 2008 y 2009 participó en puestas como “Tú o yo, el juicio final” y “El gran teatro del mundo”, escritas por Carmen Santur.


“Me encanta dirigir”
Aquellos días en el Teatro Mocha Graña conoció a Jorge Medina Moretti. Desde entonces, decidieron trabajar juntos y el año pasado montaron “La de cuatro mil”, un juguete cómico escrito por Leonidas Yerovi, en el que actuó Pold Gastello, Masha Chavarri, Luis Miguel Moreno y Alexa Centurión.
“Fue la primera obra que hicimos y un gran reto porque la presentamos como fue escrita originalmente, en verso”, recuerda. El teatro es un juego que disfruta y por eso tiene un lema: “Cuando tú te diviertes, el público también se divierte”. Por si fuera poco, sus aspiraciones no acaban ahí. “Me encanta dirigir”.

“Es una obra dinámica”
Quería estudiar en el TUC y también cine, pero un golpe de suerte lo llevó a los talleres de Bruno Odar y Alberto Ísola. Al terminar sus estudios, Dante del Águila se sentía satisfecho y ya había sumado obras (“A pies descalzos vamos”, “La abogada de los necios” o “Las tremendas aventuras de la capitana Gazpacho”) a su currículo. Aunque ya conocía a Jorge Medina, la oportunidad de trabajar juntos había sido esquiva. 
“Historias…” los reunió. “Era la primera vez que trabajo en una obra minimalista”, reconoció. Y tenía razón. En una obra donde sólo hay cajas y maletas, la orquestación de personajes y piezas de vestuario (gorros, sacos y un largo etc.) fue un desafío dinámico. “Al inicio fue complicado. Jorge (Medina) tenía todo imaginado pero nos dejó descubrir y proponer elementos a la puesta”.


Estudiar, trabajar y actuar
Empeñoso tesista (próximo a titularse como actor en la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático - ENSAD), instructor científico Mad Science para niños y actor cuyos personajes son, por lo general ‘cargados’. Ésta es la singular fórmula del actor Julio Navarro que nos aproxima a su definición de cómo sentirse completo. Al parecer, no existe actividad cotidiana suya fuera del universo teatral.
“Hice obras para niños y sigo hasta ahora. En el teatro adulto mis papeles son muy fuertes, muy cargados, no sé por qué”, se ríe. La suerte cambió en “Historias…” y sus personajes son “los más tranquilos que me han tocado”. Para él, el montaje fue “muy interesante porque venimos de escuelas de formación actoral distintas y nos hemos fusionados día a día”.

“Es mi primer montaje”
Confiesa sentirse nerviosa poco antes de cada función, pero sus colegas parecen no preocuparse. Olenka Castro, la actriz debutante de “Historias…”, sabe que apenas cruce el umbral hacia el escenario los nervios y temores se irán. Por la próxima hora y media será “una hermana, después una madre y, en seguida, una esposa”, pero siempre la belleza que dinamiza esta puesta, la primera de su carrera.
Antes sólo había hecho muestras de los talleres de Sandro Calderón, Bruno Odar y Alberto Ísola. “Es increíble, aún no puedo creer que tenga la oportunidad de trabajar con actores profesionales”. Su aprendizaje incluyó “el código de la comedia” y su recompensa es, por el momento, “la adrenalina de cada función”.
Todos ellos se sienten cómodos en grupo y, al parecer, podrían trabajar en una nueva propuesta que saldría a fines de año en el CAFAE-SE. Un epílogo feliz que aguardaré con grata espera.

Fotos: Cuando la luna caiga / Diana Gómez M.

domingo, 19 de junio de 2011

Secretos de una dama

La mujer encaja en la perfecta geometría del deseo. Un teorema cuyos resultados pueden medirse por los sentimientos puros o carnales ímpetus que inspira. En “La Madonnita”, obra del dramaturgo argentino Mauricio Kartun, un viejo fotógrafo transforma esa rara belleza femenina –su leit motiv– en retratos eróticos de singular calidad estética.
Esta obra fue escrita el 2003, pero se ambienta en los crudos años 30 en Buenos Aires. El protagonismo de la mujer se limitaba al hogar y era el destino que le aguardaba a La Madonnita, Filomena (Daniela Baertl).
La excepción era que en su lista de deberes diarios se incluía sensuales desnudos, los que con tanto esmero fotografiaba su esposo Hertz (Alfonso Santistevan) para que, luego, Basilio (Mariano Sábato) las comercializara en los suburbios.




Entre la luz y la sombra
Hertz es un artista. Busca matices de luz y oscuridad para hacer tomas, desenreda el decorado, prepara sus placas y alista la vieja cámara. Mientras imagina su próxima composición –una que avive más el deseo de quienes prefieran retratos de La Madonnita–, no duda en proponer a su mercante como nuevo modelo de un ‘arte’ que podría catalogarse de pornografía.
Tras una deliberación, sin tomar en consideración la opinión de Filomena, Basilio accede. Es probable que el apasionamiento de Hertz por la fotografía justifique su afán por exhibir de esa forma a su propia esposa. Para él es arte y belleza capturadas, lo que en manos del mercante se traduce en unos cuantos pesos.
Entonces, ¿qué convierte a La Madonnita en un objeto deseado? Sin duda, su hermosura espontánea, natural y sin artificio. Una idea que contrasta con su título, donde irónicamente la palabra madona podría evocar a la Virgen María, la virtud y la pureza.



Dama del silencio
En la obra, Kartun suma a ese halo de misterio un personaje silente, sin líneas, y con una riqueza en miradas, gestos y expresiones. Podemos imaginar qué está punto de decir, pero, aún siguiendo cada uno de sus retratos, resulta difícil descubrirla a plenitud. Nadie sabe quién es o si alguna vez esta musa del erotismo amó a alguien. Quizá por ello, la Madonnita guarde en su mirada el rastro de una tristeza lejana.
Se siente en cada instante, aunque escapa a nuestros ojos y a las fotos en las que luce seductora. Y hay un personaje más, uno a quien nunca vemos, pero que está presente para desencadenar algunos  momentos vitales de la trama. Todos ellos dan vida a una historia extraña, tan sórdida como humana.
Ahí se revelan las miserias que, en ocasiones, sirven de justificación para someter o ‘cosificar’ a la mujer en aras del arte. Muy acertadamente dirigida por Mikhail Page, esta puesta se presentó en el Centro Cultural El Olivar, y es, quizá, un intento por rescatar la esencia de la belleza y eternizarla como sensación a través de la fotografía.




La pluma de Kartun
Mauricio Kartun (Buenos Aires, 1946) es uno de los dramaturgos contemporáneos más destacados de Argentina. Uno de los logros más importantes fue la fundación de la carrera de Dramaturgia en Escuela de Arte Dramático de Buenos Aires .
Es autor de más de 25 obras, entre piezas originales y adaptaciones. En nuestro país se estrenaron dos obras suyas: “Chau Misterix” y “Sacco y Vanzetti”; y también realizó una adaptación del clásico “Volpone” del inglés Ben Jonson. Algunas otras piezas aquí.
Y ahora llega “La Madonnita” de la mano de Page, quien tuvo como profesor a Kartun mientras asistía a cursos de dirección en Argentina. Según el dramaturgo, en esta tragicomedia “el texto teatral es la pornografía del teatro. Su quimera de encerrar en un ojo provocativo, obsceno e indeleble aquella carne viva de la representación”.


Fotos: Aliette Bretel

jueves, 16 de junio de 2011

El dilema de dos payasos

Erase una vez una ciudad con circos de barrio itinerantes, telones descoloridos y arenas improvisadas. Un lugar donde la ilusión y la nostalgia solían disimularse tras el maquillaje de un rostro empolvado, con sonrisas dibujadas o narices rojas.
“Cuento alrededor de un círculo de espuma”, una de las primeras obras escritas por la dramaturga Sara Joffré, recoge la atmósfera circense en la que viven, piensan y sueñan dos amigos payasos. Y es que en los días grises nada es mejor que reír bajo la carpa de un circo viajante.
Ahí Trigo (Karlos López) y Lechuga (Jhosep Palomino) recrean sus números y bromas cayendo, de cuando en cuando, en singulares reflexiones. Trigo, en tono poético y algo solemne, argumenta, desde lo alto de su escalera, sobre la vida azarosa, el amor o el futuro. Su irreverente colega prefiere rebatirle con elegantes ironías, desde una caja verde de madera, en la que parece sentirse seguro.



UNA MISTERIOSA MUJER
Los días transcurren hasta que aparece Elena (Andrea Chuiman), quien, luego de una función decide conocerlos y, extrañamente, se les une. El dúo de amigos ve con buenos ojos a la nueva integrante y desde entonces se convierten en un trío de comedia y música.
Con el tiempo, la frágil mujer intentará develar la verdadera relación entre Trigo y Lechuga. Verá en ella cierta perversión y manipulación que pondrá la amistad en jaque, un conflicto guiará las acciones hasta el final, viajando entre líneas poéticas, bromas fugaces y ágiles desplazamientos de los payasos en escena.
Con una actuación dedicada –sin duda, una buena experiencia para estos jóvenes actores– y la dirección de Diego La Hoz, director de Espacio Libre y responsable del montaje, esta pieza se presentó hasta mediados de junio en la pequeña y acogedora sala del Centro Cultural CAFAE-SE de San Isidro.



MEDIO SIGLO DE VIDA
Esta obra vuelve a escena después de 50 años. La única vez que sucedió fue la versión dirigida por Alonso Alegría en 1961 y, el hecho que no existieran registros fílmicos de la obra ayudó, confiesa La Hoz, a hacer una nueva lectura de este texto. Curiosamente, en marzo pasado, Joffré dictó un pequeño curso de crítica teatral en el ICPNA en donde participó La Hoz.
Como reconoció el director, esta pieza teatral es un justo reconocimiento a la obra de esta destacada dramaturga y, quizá, sin proponérselo, hizo un esbozo de una ciudad que partió hace décadas, pero que nos dejó la nostalgia de una época, la amistad de dos cómicos circenses y la extraña relación de un amor.



AUTORA VIGENTE
Sara Joffré (1935) es una de las personalidades más reconocidas de nuestras artes escénicas. Su vida y dedicación al teatro pueden rastrearse desde Homero Teatro de Grillos, grupo desde el cual impulsó el teatro para niños, la realización de muestras escénicas a lo largo del país y en sus columnas de crítica teatral para El Comercio.
En sus historias se vuelcan vivencias de personajes comunes con un trasfondo social, tendencia que se reforzó tras su viaje a Europa donde conoció el teatro de Bertolt Brecht. Su labor como autora se inició en 1961 cuando escribió “Cuento alrededor de un círculo de espuma” y “En el jardín de Mónica”.
Esta última pieza tuvo, al parecer, mejor suerte que “Cuento…” ya que fue repuesta en varias ocasiones y recibió una mayor aceptación de la crítica de la época. Incluso, hace unas semanas fue presentada de la mano de Mirella Quispe en la Asociación de Artistas Aficionados (AAA), institución que ha cumplido 73 años.


Fotos: Centro Cultural CAFAE-SE